27 abril, 2024

Entre líneas: ¿Estamos listos para vivir?

Por: Mtro. Jorge Luis Padilla Zamora

Todo aquello que alguna vez leímos en los libros de texto y que solo conocíamos como teoría, por ejemplo: ¿Qué es una pandemia?; ¿Qué son las crisis económicas?, ¿Qué es un huracán y cuáles son sus categorías?, parecían entonces solo meras definiciones contextuales; mismas que jamás pensamos que podríamos vivir y que hoy por hoy estamos inmersos en todas ellas. Se nos preparó para saber qué eran, pero no se nos preparó para saber cómo enfrentarlas en todo caso, lo que me lleva a esta pregunta ¿estamos listos para vivir?

Nuestro país y nuestra gente se destaca por muchas cualidades; cierto es. Pero también, nos destacamos por ser una población con una pobre y escasa cultura de la prevención; bueno, diría nula percepción de responsabilidad colectiva y de sentido común ante escenarios que ponen riesgo la integridad propia y la de los demás.

Cuando vivimos ese escenario apocalíptico en 2020 por un enemigo tan fuerte, el cual aún ronda su fantasma en el mundo, el COVID-19; nos dimos cuenta de lo endeble que es nuestra estabilidad social, nuestro sistema de salud, nuestra responsabilidad colectiva, nuestra economía y pues, todo en general. El estar preso entre cuatro paredes por la contingencia, sacó lo mejor, pero también lo peor de nosotros. No teníamos una cultura del ahorro, de la prevención, del cuidado y la salud. No contábamos con una estrategia social que ayudara a mitigar en la medida de lo posible todos aquellos perjuicios que causaría este virus. Buscamos todas las formas de poder avanzar como fuera; muchas veces sin que nos importara, incluso si alguien más salía afectado, haciendo alusión a esa famosa frase popular mexicana; De que lloren en mi casa, a que lloren en la suya… mejor en la suya. Triste realidad detrás de la máscara que tenemos los mexicanos, a la que le llamamos: empatía.

Más recientemente lo vivido en Acapulco. Un fenómeno natural, que nos muestra nuevamente lo frágiles que somos los humanos ante un mundo que, igual que nosotros, está vivo y nos muestra su enojo por no cuidarlo con estos desastres que arrasan con todo a su paso y no dejan nada detrás, solo miedo y destrucción.

Nadie estaba preparado para ello y de ser solo una tormenta tropical, pasamos a vivir una de las peores catástrofes naturales de la historia de México. Luego de lo sucedido, la gente buscó solidarizase con los acapulqueños; hoy en día; después de más de 1 mes… ¿Qué más hemos hecho por nuestros hermanos?…

Tristemente, no tenemos un plan de contingencia real; que ayude a subsanar estas áreas afectadas, no pasamos del clásico centro de acopio, donde todos con las mejores intenciones apoyan las primeras 2 semanas, pero después de ello, nadie más pregunta si hay algo más que podamos hacer. Y es ahí cuando realmente se necesita la ayuda. Pero no estamos listos para enfrentar problemas de esa magnitud.

Veía en las noticias como el Ejército Mexicano iba a los domicilios de los acapulqueños para pedirles resguardarse en albergues seguros; sin embargo, la gente prefería no ir. Por qué… sencillo. Rapiña. Prefiero no salir de mi casa, porque cuando regresé ya la habrán saqueado… Y lo que me roben lo venderán a un precio mínimo del real y al final no solo deben cuidarse del desastre natural, sino también de la gente que está a su alrededor. No estamos listos para vivir ese tipo de eventos que desatan la histeria colectiva.

México no está listo para enfrentar problemas reales que pongan en riesgo nuestra integridad en ninguno sector. Es muy triste ver que somos una perfecta casa de naipes, que luce hermosa, con un equilibrio en todas sus partes, pero que al mínimo contacto se caerá a pedazos de forma estrepitosa. Somos una sociedad que hemos sido educados para intentar solucionar las cosas al momento, pero jamás a largo plazo. Si bien tenemos una gran capacidad de resiliencia; no tenemos una capacidad de prevención y planeación desarrollada.

Somos capaces de unir fuerza y ayudar en momentos donde el pueblo grita ayuda, como los temblores que vivió la Ciudad de México hace unos años, pero no somos capaces de no comprar objetos que sabemos que son robados o que son de dudosa procedencia; somos perfectamente imperfectos. Esa es la esencia de nosotros los mexicanos.

Hoy por hoy, no estamos listos para enfrentar problemas como los que aquejan al mundo y no puede ser un consuelo pensar que, porque en otros países pasa y en México no, eso nos haga estar bien. Cada territorio y región debe de medirse por su propio nivel de riesgos y necesidades y por ende crear sus propios programas de prevención de riesgos y en segunda instancia de acción y respuesta ante siniestros que puedan atentar contra nuestra integridad.

Una vez dicho esto, solo me queda esta pregunta aún sobre la mesa… ¿Estamos listos para vivir?

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