Por: Bismarck Izquierdo. Secretario de Cultura del CEN del PRI
“Javier Marías”
Necesitamos saber algo enteramente de vez en cuando, para fijarlo en la memoria sin peligro de rectificación. Necesitamos que algo pueda contarse a veces de cabo a rabo e irreversiblemente, sin limitaciones ni zonas de sombra o sólo con aquellas que el creador decida que formen parte de su historia.
Sin posibles correcciones ni añadidos ni supresiones ni desmentidos ni enmiendas. Y lo cierto es que sólo podemos contar así, cabalmente y con sus incontrovertibles principio y fin, lo que nunca ha sucedido o que no ha tenido lugar ni ha existido, lo inventado e imaginado, lo que no depende de ninguna verdad exterior.
Sólo a eso no puede agregársele ni restársele nada, sólo eso no es provisional ni parcial, sino completo y definitivo.
Javier Marías, 2008.
Javier Marías Franco desde la recepción del premio Rómulo Gallegos por su novela “Mañana en la batalla piensa en mí” (1994), se erigió como uno de los líderes literarios de su generación, renovando la tradición literaria española a partir de la asunción crítica que hizo de la España en la que azarosamente se ha desenvuelto.
Ilustre discípulo del ingeniero Juan Benet, Marías sin haberlo planeado fue construyendo consistentemente su identidad como narrador, a partir de esa necesidad de contar aquellas cosas que permanecen en la oscuridad del tiempo subjetivo, no por desdén ni falta de sensibilidad de hombre, sino por la imposibilidad de captar la totalidad de lo que acaece.
Inmerso en esa dimensión en la que los seres humanos se desprenden de los fingimientos, Marías ha descrito y narrado durante toda su carrera situaciones y digresiones que descubren la naturaleza egoísta –-sin ser esto moralmente reprobable—de la especie.
En la extensión de sus 14 novelas publicadas, Marías Franco delineó cada sentimiento, cada pasión, cada impulso y cada móvil que define la historia particular de quienes viven al margen del conflicto entre el hombre y su relación con el poder.
A través de personajes y protagonistas que renuncian en los momentos más aciagos a su circunstancia y a sus convicciones, la proeza de existir en un mundo impulsado por la subordinación a los instintos lleva inconscientemente al lector a cuestionar su propio devenir en la cotidianeidad.
Durante los casi 20 años que ya han transcurrido de este siglo XXI, la literatura hispana ha tomado una dirección diferente y ha dejado atrás ese compromiso mediante el cual pudo superar sus horas más oscuras.
Ahora que el hombre contemporáneo no tiene otro desafío más que el de definirse en torno al Otro, las escenas y ficciones concebidas por Javier Marías originan en quien las lee la sensación de angustia y ansiedad por saberse indefensos ante la ilusión del destino personal.
Hombre lúcido, sensato y perspicaz, Javier Marías junto con su obra estará siempre allí para recordarnos las direcciones en que mira Jano; una, aquella que en la que divisamos nuestros anhelos, los amores fugaces y las traiciones inconclusas; en la otra, al Tiempo y su negra espalda, la que no nos atrevemos a mirar pero que estamos condenados a contemplar.
Sigamos leyendo la obra de quien siempre contendió el Nobel en representación de nuestra lengua y abracemos la oportunidad de continuar “viviendo” las ficciones que nos ha legado.
Tenía pendiente dedicarle unas líneas a este autor que tanto me enseñó aún y cuando no pude tener éxito en conocerle en alguna feria del libro.
Hasta siempre, doctor Javier Marías Franco.
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