POR: Bismark Izquierdo
“Sin cultura y la relativa libertad que implica, la sociedad, incluso cuando es perfecta, no es más
que una jungla. Por eso cualquier creación auténtica es un regalo para el futuro.”
Albert Camus
En sus entregas más recientes, el portal de Animal Político (Ureste: 2023) desglosó de manera muy puntual cómo viene el presupuesto 2024 para la Secretaría de Cultura de México, así como las vicisitudes y recortes que se viven al interior de la misma y que están dejando en una parálisis operacional a dependencias históricas que están sectorizadas a este rubro.
De acuerdo a lo manifestado en reportajes del portal antes citado, se destacan los siguientes datos: 1) el presupuesto federal asignado a la cultura para 2024 es de 16 mil 754 millones de pesos, 3.8% más bajo que el asignado en 2018; 2) se asignaron de manera muy cuestionable más de 3.2 mil millones de pesos para adquisición de terrenos en la zona del Tren Maya, a través del INAH; 3) en la misma tesitura, 1 mil millones de pesos fueron radicados para el proyecto del Bosque de Chapultepec — que ejerce el gobierno del a ciudad, no la Secretaría—; 4) y el descenso crítico de las actividades multidisciplinarias del INBAL —1407— que distan mucho de las poco más de 10 mil que se contabilizaron en el año 2018.
Si se hiciera el ejercicio aritmético respectivo debería restarse lo plasmado para INAH e INBAL en función de las obras a concluirse este año —en teoría—, es decir, el presupuesto real de la Secretaría sería de 13 mil millones de pesos, el más bajo del siglo XXI.
Asimismo, queda muy lejano el año 2013 donde se le asignaron al entonces CONACULTA poco más de 23 mil millones de pesos, cuando apenas se vislumbraba su transición a secretaría de Estado, siendo la cuestión presupuestal y la autonomía de gestión los principales argumentos para su transformación política y burocrática.
Más allá de la “danza de los números” y la estadística, cualquier persona puede atestiguar las condiciones en la que se encuentra la Secretaría de Cultura de México, así como sus órganos desconcentrados INAH, INBAL, INEHRM, Radio Educación e INDAUTOR, descentralizados y fideicomisos.
arálisis operativa, falta de insumos, condiciones laborales precarias, por mencionar unos cuantos focos rojos, son situaciones que viven los servidores públicos de todos los niveles que trabajan en este sector. Las denuncias se han hecho públicas y la persecución sistemática del gobierno del accidente histórico busca acallar por todas vías a quienes disienten de su manera de administrar el fenómeno cultural público de México.
Desafortunadamente, la Secretaría de Cultura de México vive sus horas más aciagas producto de la incompetencia, indolencia y omisión de quienes hoy son titulares de sus principales órganos directivos. Los responsables de esta crisis en el sector tienen nombre y apellido: desde la secretaria Alejandra Frausto, pasando por Francisco Ignacio Taibo II, Marina Núñez, Esther Hernández, Mariana Aymerich, así como Lucina Jiménez y Diego Prieto, por mencionar tan sólo a las “cabezas” más visibles.
Quienes hoy laboran en la Secretaría de Cultura de México apostaron por el proyecto del accidente histórico y hoy millones de mexicanos que subsisten del fenómeno cultural viven las consecuencias de una administración tan mediocre como fútil. Ya no se trata de cuestionar si tienen capacidad o no, se trata de remarcar que la responsabilidad les quedó bastante grande y que en su ambición de poder se llevaron a muchas personas de por medio.
La Secretaría de Cultura de México desde hace décadas requiere una reforma orgánica real y un relevo generacional político y administrativo en todas sus escalas. Las grandes obras de la cultura mexicana se siguen generando al margen y fuera del sistema y ni con esta administración ni con subsecuentes se podrá pensar en garantizar los derechos culturales mínimos a los mexicanos. El desafío allí está y en 2024 deberá haber definiciones tanto del oficialismo como de la oposición, la moneda está en el aire.
Para cerrar, sólo queda hacer un llamado a gestores, creadores, funcionarios y públicos que se desenvuelven en el ámbito cultural público para que defiendan lo que se les ha arrebatado. Las amenazas y la represión son moneda de cambio del partido del accidente histórico, sin embargo, el año entrante hay una posibilidad de dar un golpe de timón.
Desde el PRI nos solidarizamos con el brillante gremio cultural de México en el marco de esta crisis institucional que esperamos sea atendida profesionalmente en el futuro próximo.
Bismarck Izquierdo Rodríguez
Secretario de Cultura del CEN del PRI
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