El Papa Francisco, acaba de nombrar a la monja italiana Simona Brambilla como responsable del dicasterio (el equivalente a un ministerio en el lenguaje vaticano) que se encarga del control de las órdenes religiosas.

El nombramiento incluye otro mensaje: Brambilla fue de las pocas personas con responsabilidad en la Santa Sede que escuchó y creyó a las víctimas del Sodalicio, una comunidad aprobada por Juan Pablo II, cuya cúpula ha sido expulsada de la Iglesia hace unos meses por abusos sexuales a menores y corrupción.

La designación significa que Brambilla será la máxima autoridad de una institución religiosa que tiene como misión supervisar las órdenes religiosas, tanto para hombres como para mujeres, y las relaciones con sus fieles.



“Le pido al Señor la gracia de que podamos abrir nuestros corazones cada vez más para recibir este aliento y dejar que nos transforme como personas, como comunidad, como la Iglesia y como humanidad”, había dicho Brambilla en diciembre.

Este nombramiento confirma la voluntad expresada por el papa Francisco de dar a las mujeres un mayor lugar en las posiciones de liderazgo al interior de la Iglesia católica.

Sin embargo, el Papa nombró junto a ella al cardenal Ángel Fernández Artime como proprefecto para acompañarla en la tarea, lo que plantea dudas para los especialistas sobre la división de responsabilidades y la posible reducción del papel de la religiosa.

En cualquier caso, la agencia de noticias AP señala que teológicamente, parece que Francisco creía que el nombramiento de Fernández era necesario, ya que el jefe de la oficina debe poder celebrar la misa y realizar otras funciones sacramentales que actualmente sólo pueden llevar a cabo los hombres.

De acuerdo con el Anuario Estadístico de la Iglesia de 2022, publicado por el Vaticano, hay más religiosas mujeres que sacerdotes y diáconos. Las casi 600.000 mujeres religiosas profesas –o monjas– superaron en casi un 47% al número de sacerdotes en todo el mundo.

“Pero este reconocimiento no pasa solo por la estadística. Además, tiene que ver con el diálogo al interior del mundo religioso. Es un gesto vinculado al proceso de sinodalidad que está atravesando la Iglesia, es decir, al momento de discusión que se está dando en la Iglesia católica en los llamados sínodos”, agrega Prieto.

Los sínodos son encuentros en los que los jerarcas católicos discuten asuntos importantes que afectan a la Iglesia, como la familia, el matrimonio o el sacerdocio.

Una reforma que el papa Francisco introdujo en el último fue la participación de sacerdotes, religiosas y religiosos, laicas y laicos en igualdad de condiciones que los obispos.

Sobre este punto, la futura perfecta dijo el mes pasado que el sínodo “es soplo, susurro, movimiento que transforma, libera, une y armoniza, sin aplanar jamás” y pidió “abrir cada vez más nuestros corazones para recibir este soplo y dejar que nos transforme como personas, como comunidad, como Iglesia y como humanidad”.

Desde hace poco más de un año, Brambilla ocupa el puesto de secretaria en el dicasterio que ahora dirigirá, es decir, es la número dos.

Por eso, su nombramiento es interpretado por los especialistas como un ascenso clave que puede abrir puertas a otras designaciones y, en definitiva, a un cambio crucial sobre el papel de las mujeres en las instituciones católicas.

Por Staff

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