Islandia se ha declarado estado de emergencia tras una serie de fuertes terremotos en la península de Reykjanes, lo que podría representar un potencial preludio de una erupción volcánica y es que la Oficina Meteorológica registró unos 24 mil temblores en la península desde finales de octubre.
Imágenes aéreas del poblado de Grindavik, muestran una gran grieta en la zona del centro de la ciudad de la que aparentemente emana vapor, por lo que la ciudad sigue evacuada, pero bajo supervisión, autoridades dan permiso a residentes de acceder por cosas importantes.
Desde finales de octubre, la tierra no deja de temblar en el suroeste de la isla. En esa misma zona se han dado casos de otras erupciones, la última en verano. Pero esta vez, con la tierra abriéndose a lo largo de kilómetros, temen que sea una erupción significativa.
El epicentro de los terremotos varía, pero todos se están produciendo en una amplia zona en torno a la ciudad de Grindavík, en el suroeste de la isla, donde se encuentra un pequeño municipio pesquero situado en la península de Reykjanes, a apenas 60 kilómetros de Reikiavik, la capital islandesa.
Al principio del evento, el enjambre sísmico se concentraba al oeste de la zona afectada, pero después se desplazó al este y durante el fin de semana, los sismos se volvieron a mover concentrándose al sur de Grindavík, tan al sur que, de abrirse la tierra en ese punto, podría dar lugar a una erupción submarina.
En cuanto a la profundidad, los temblores empezaron produciéndose a más de cinco kilómetros, pero el jueves ya eran a los 3,5 kilómetros, y en los últimos días se están sucediendo a apenas 800 metros.
Las autoridades han decretado el estado de alerta en Grindavík, pero aún no han ordenado la evacuación de la ciudad, pero sí de algunas aldeas cercanas.
En caso de erupción, existe un riesgo debido a las emanaciones tóxicas, en particular de dióxido de azufre, pero a escala global el mayor riesgo será provocado por una columna de cenizas impulsadas a la atmósfera.
Debido a la redondez de la Tierra, los aviones de Europa a América del Norte vuelan muy al norte, que es el sur de Islandia. Una erupción de carácter explosivo podría emitir grandes cantidades de partículas que complicaran el tráfico aéreo, como lo hizo el Eyjafjallajökull, cuya erupción mantuvo en jaque a la aviación mundial durante meses en 2010. Pero en aquel caso, se trató de una erupción bajo la masa helada y fue la interacción entre la lava y el hielo la que provocó la eyección de inmensas cantidades de partículas.
En este punto no hay hielo, pero si la erupción fuera marítima, elevaría el riesgo.