El mundo de las letras está de luto, pues el nobel de literatura Mario Vargas Llosa, el último gran exponente del “boom” latinoamericano, falleció este domingo en Lima, Perú a los 89 años, De acuerdo con lo que dieron a conocer sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana a través de redes sociales.
El Nobel de Literatura 2010 partió rodeado de su familia y en paz. No habrá ceremonias públicas: tal como lo pidió en vida, sus restos serán incinerados en privado. El escritor deja una obra inmensa que lo sobrevive, con títulos emblemáticos como La ciudad y los perros, Conversación en la Catedral y La fiesta del Chivo.

Vargas Llosa no solo fue novelista, también periodista, ensayista, docente y figura clave del pensamiento hispanoamericano del siglo XX y XXI. Su carrera comenzó temprano: en los años 50 ya colaboraba con diarios en Lima y estrenaba su primera obra de teatro. A partir de allí, su vida transcurrió entre Perú, Bolivia, París, Londres, Barcelona y Madrid, ciudades donde vivió, enseñó, escribió y debatió.
Además de su intensa producción literaria, tuvo una destacada trayectoria política e intelectual. Fue miembro de academias, jurado de premios literarios y colaborador habitual en medios de prestigio como El País y Letras Libres. Su voz fue escuchada, leída y discutida a lo largo de décadas.
Con su muerte, se cierra un capítulo dorado de la literatura latinoamericana. Vargas Llosa fue más que un autor: fue una voz crítica, lúcida, a veces polémica, siempre apasionada. El escritor que alguna vez nos preguntó “¿En qué momento se jodió el Perú?”, hoy se despide dejando un legado imposible de borrar.